Agua

¿Por qué las lágrimas son ligeramente saladas?

Nací al lado del mar y desde bien pequeña todos los veranos los pasé en la playa, disfrutando al máximo de esa combinación perfecta de sol, arena y agua. Es gratis para los que vivimos cerca y, a la vez, una excelente manera de estar en contacto pleno con la naturaleza, en todo su esplendor.

A los que nos gusta la playa sabemos muy bien que no sólo es una diversión, sino que hay algo más: sentimos una renovación total de energía y vitalidad tras salir del agua, no sabemos cómo explicarlo, pero en líneas generales nuestra salud mejora.

Cuando algún día sin querer, por un descuido, tragaba un poco de agua de mar pensaba ¡qué salada! Pero nunca se me ocurrió preguntarme por qué tenía ese sabor y mucho menos si serviría para algo más que para bañarme. 

Hasta que un día un amigo, terapeuta marino, me dijo: “comienza a beber agua de mar y fíjate qué sientes, experimenta por ti misma los resultados”. Aunque me sorprendió muchísimo y no me lo podía creer, igual lo llevé a la práctica.

De esto hace ya más de dieciocho años. Desde entonces, no sólo la bebo, sino que la utilizo de múltiples maneras en mi día a día.

Dos de sus múltiples propiedades 

Entre las propiedades del agua de mar destaco dos que considero fundamentales:

Contiene todos los minerales y oligoelementos que nuestras células necesitan para funcionar correctamente, en forma biodisponible.

Tiene un pH aproximado de 8.4 (alcalino) que varía de acuerdo al lugar de extracción, las condiciones del agua o, por ejemplo, cuando la diluimos con agua dulce.

¿Por qué las lagrimas son saladas?

El origen de la vida, la primera célula, surgió en el mar hace millones de años. En ese mar primigenio, la salinidad del agua era de 9 gr de sales por litro y reunía las condiciones adecuadas para que viviera la célula. Con el paso del tiempo, el mar ha ido aumentando su salinidad hasta multiplicarla por cuatro.

Nuestras células viven en un medio acuático salino con unas características idénticas al agua del océano. La única diferencia entre el agua de mar y nuestro medio interno es que el mar es cuatro veces más «salado» que nosotros, contiene alrededor de 36 gr. de sales por litro y, por el contrario, nuestro medio interno contiene 9 gr. de sales por litro. Sólo cambia la concentración de minerales, porque los elementos son los mismos.

Por tanto, nuestras lágrimas son ligeramente saladas porque somos agua de mar, ¡es el agua que llevamos dentro! Tomar conciencia de este hecho fue para mi el punto de partida que me llevó a adentrarme en el apasionante mundo del agua de mar y sus beneficios para las salud. 

Comencé de esta manera a transitar un apasionante camino de reencuentro con el océano.

Encontré respuestas a muchas inquietudes y fui tomando conciencia del inmenso potencial del agua de mar para ayudar a solucionar muchos de los problemas que la humanidad tiene hoy en día, como la «escasez» de agua dulce o la desnutrición infantil.

René Quinton: un legado de incalculable valor

A principios del siglo XX, el francés Rene Quinton fue un paso más allá y descubrió algo de gran trascendencia para el mundo de la biología y la medicina, aunque él no tenia títulos de médico ni biólogo, era autodidacta y tenía gran ingenio. Demostró científicamente que nuestro plasma sanguíneo es agua de mar isotónica y afirmó:

“El agua de mar le da a la célula la fuerza que necesita para defenderse de todo”.

Estableció las Leyes de la Constancia Térmica, Osmótica y Marina, que son los pilares básicos de su método. A Quinton se le considera el padre de la Terapia Marina. Uno de los pocos libros que hay para ampliar los conocimientos sobre Quinton y su obra es el  El Plasma de Quinton, agua de mar, nuestro medio orgánico, de André Mahé, del que siempre recomiendo su lectura.

René Quinton

René Quinton no perdió el tiempo y enseguida sus descubrimientos los llevó a la práctica. Abrió dispensarios marinos en muchos países donde aplicó el agua de mar isotónica, o plasma marino, de forma gratuita, a miles de niños enfermos de tifus, cólera, tuberculosis o desnutrición severa, entre otros casos.

El éxito fue rotundo. Salvó la vida de muchos niños con el agua de mar. Él era contemporáneo de Pasteur, quien poco antes de morir reconoció que Quinton tenía razón, afirmando: “El virus no es nada, el terreno (medio interno) lo es todo”.

El recurso más abundante de la naturaleza

Del 70 % de agua que hay en el planeta, el 97% aproximadamente está en mares y océanos. El agua de mar es, por tanto, un recurso que compartimos como bien común y el más abundante de la naturaleza.

Es utilizable, sin desalinizar, en múltiples áreas como nutrición, terapéutica, agricultura, veterinaria, también para la higiene o elaboración de cosméticos,  entre otras muchas que también se están investigando y desarrollando hoy en día.

 

Autor de la imagen de la playa lifeforstock

Bienve Morales

Periodista marina, especializada en agua de mar y vida consciente. Directora de Amaresbio

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