Los aparatos eléctricos nos facilitan la vida, ¿a qué precio para la salud?

En esta ocasión, hablamos de campos magnéticos alternos de bajas frecuencias.
Para los lectores que no estén familiarizados con conceptos básicos sobre electrotecnia, retomaremos el símil del artículo anterior, para resolverles posibles dudas al respecto.
Imaginemos que tenemos una manguera en el jardín, y que la conectamos a una toma de agua con su correspondiente llave de paso que permanece abierta.
Dicha manguera, en su otro extremo, dispone de un regulador de caudal que también está abierto.
Comprenderemos, entonces, que el interior de dicha manguera está sometido a un determinado flujo hídrico que, en términos de electricidad equivaldría a la corriente eléctrica de un cable.
Un campo magnético es, por tanto, la perturbación que las corrientes eléctricas producen en el espacio que les rodea. Todo conductor eléctrico sometido a corriente alterna de 50 Hercios puede ser fuente generadora de campos magnéticos alternos. Éstos aumentan en la medida que asciende el consumo energético.
Las principales fuentes de emisión son las líneas de alta, media y baja tensión, los transformadores, los motores eléctricos, así como la mayoría de electrodomésticos y demás aparatos eléctricos que encontramos en nuestro hogar.

ATENCIÓN CON LÍNEAS ELECTRICAS Y TRANSFORMADORES URBANOS
En el caso de las líneas eléctricas así como de los transformadores urbanos, los campos magnéticos alternos que emiten penetran sin ninguna dificultad en el interior de los edificios; al contrario de lo que ocurre con los campos eléctricos alternos.
Como principio de precaución se recomienda mantener una distancia de un metro por cada kiloVoltio (mil Voltios) transportado por una línea eléctrica. Por ejemplo, si se trata de una linea de alta tensión de 400 kiloVoltios, la distancia hasta nuestro hogar deberá ser superior a 400 metros. La misma recomendación es aplicable a transformadores urbanos empotrados en los bajos de múltiples edificios.
Numerosos científicos independientes advierten desde hace décadas la posible relación entre varios tipos de cáncer y la cercanía de las viviendas a este tipo de fuentes de contaminación ambiental; siendo la leucemia infantil la patología más mencionada en sus informes.
No en vano, en el año 2001 la OMS clasificó a los campos electromagnéticos de bajas frecuencias (50 Hercios) en su lista de agentes carcinogénicos, en la categoría 2– B.

Desgraciadamente, los valores máximos de emisión permitidos por la legislación actual distan mucho de los recomendados por numerosas instituciones independientes de todo el mundo.
En España el límite máximo de emisión de flujo magnético alterno de 50 Hercios es de 100.000 nanoTeslas.
En cambio, numerosos estudios científicos independientes afirman que los niños expuestos prolongadamente a densidades de flujo magnético alterno de 400 nanoTeslas triplican la posibilidad de desarrollar leucemia infantil.
El apantallamiento de este tipo de radiación, con longitudes de onda de 6.000 kilómetros, es posible a través de materiales como el Mu- metal o el cobalto, aunque el elevado precio de estos materiales suele limitar su aplicación a zonas puntuales, por ejemplo, al confinamiento de un tramo de cables eléctricos que transcurre por la fachada de un edificio.
FUENTES DE CAMPOS MAGNÉTICOS ALTERNOS EN NUESTRO HOGAR
Es posible que hayamos hecho un paréntesis durante la lectura de este artículo para visualizar desde nuestras ventanas alguna posible fuente externa de este tipo de radiación, sin darnos cuenta de que el interior de nuestro hogar puede albergar muchísimas más fuentes de campos magnéticos alternos.
Hablamos, por ejemplo, de los electrodomésticos, así como de cualquier otro aparato eléctrico, siempre y cuando se encuentren en funcionamiento.
Lo cierto es que en nuestra vida cotidiana podemos estar expuestos a numerosos campos magnéticos alternos, a menudo fácilmente evitables.
Por ejemplo, es habitual medir más de 2.000 nanoTeslas sobre camas articuladas con motor eléctrico, siendo recomendable no superar los 100, y considerando 500 nanoTeslas como nivel extremo a nivel biológico.
La solución es tan sencilla como desconectar el enchufe durante las horas de descanso.
En muchas ocasiones, la coincidencia del televisor de tubo de rayos catódicos, del frigorífico o del congelador (nuestro o del vecino) justo al otro lado de la pared contigua al cabezal de nuestra cama, puede ser la causa de numerosos trastornos de salud.
En ocasiones, es el inofensivo radio despertador el culpable del insomnio y/o de levantarnos más cansados de cómo nos acostamos.

Los radio despertadores conectados a la red eléctrica incorporan en su interior un transformador que puede generar campos magnéticos alternos a nivel de nuestra cabeza de entre 100 y 500 nanoTeslas, dependiendo de la distancia. La sustitución por uno de pilas, elimina el problema.
Tumbados cómodamente en nuestro sofá, con nuestro ordenador portátil sobre el abdomen, numerosos órganos vitales pueden verse afectados por densidades de flujo magnético alterno de más de 2.000 nanoTeslas.
Pero podemos seguir conectados sin soportar un solo nanoTesla más, si colocamos el portátil sobre la mesa y, a su vez, le conectamos un teclado y un ratón alámbricos, la escasa separación de tan sólo 50 centímetros, será suficiente para la atenuación total de dichos campos.
LAS COCINAS DEL SIGLO XXI SE HAN CONVERTIDO EN VERDADEROS LABORATORIOS ELECTRÓNICOS
La profesión de ama de casa puede ser una dedicación arriesgada si no se tienen en cuenta este tipo de consejos, ya que las cocinas del siglo XXI se han convertido en verdaderos laboratorios electrónicos: vitrocerámica de inducción, extractor de humo, horno eléctrico, horno microondas, frigorífico, congelador, lavavajillas, robot de cocina, sandwichera, cafetera, tostadora, batidora, molinillo eléctrico o exprimidor.
Estos son sólo algunos de los aparatos eléctricos “indispensables” en la cocina actual. Lo cierto, es que nos han facilitado la vida, pero… ¿a que precio?

La realidad es que cuando realizamos mediciones a muy corta distancia sobre la mayor parte de estos aparatos, los niveles son realmente elevados. En cambio, las mismas mediciones realizadas a un metro de distancia arrojan valores de campos magnéticos alternos “asumibles”, ya que no suelen exceder los 100 nanoTeslas, y a distancias superiores a un metro y medio o dos metros suelen ser nulos.
En este caso, minimizar la exposición a este tipo de radiaciones para prevenir problemas se consigue manteniendo una distancia prudencial hacia estos electrodomésticos y demás aparatos eléctricos, únicamente cuando están en funcionamiento.
Aplicar el sentido común cuando disponemos de esta información no es nada costoso: mantener una conversación junto a la vitrocerámica de inducción mientras estamos cocinando, o dejar que nuestros hijos se entretengan observando como da vueltas el tambor de la lavadora, son situaciones fácilmente evitables.
La red eléctrica doméstica fue diseñada para transportar corriente alterna a 50 Hercios. En cambio, en la actualidad, dicha red también es utilizada para transmitir datos a frecuencias medias, equivalentes a un aumento de las frecuencias hercianas de decenas, cientos o incluso miles de veces más.
Esto es lo que conocemos como armónicos o dirty electricity, también llamada electricidad sucia. Los sistemas PLC de contadores eléctricos por tele gestión, o la transmisión de datos vía internet utilizando la red eléctrica doméstica, son sólo algunos ejemplos de fuentes generadoras de armónicos en dicha red. A ello se suman numerosos armónicos generados por infinidad de aparatos eléctricos.
Lo que ocurre es que a elevadas frecuencias la instalación eléctrica doméstica puede llegar a emitir ondas de radio al ambiente.
Numerosos afectados por electrohipersensibilidad (hablaremos de esta enfermedad emergente en el próximo artículo) afirman experimentar un malestar acentuado cuando el nivel de electricidad sucia en la red eléctrica de sus hogares es elevado. Por suerte, en la actualidad, existen en el mercado, distintos tipos de filtros que minimizan considerablemente el problema.