
Las abejas, tan necesarias para la polinización de la mayoría de nuestros cultivos, están en peligro de extinción por múltiples causas. Todavía estamos a tiempo de tomar conciencia del inmenso valor que tienen para el equilibrio de la vida en la Tierra y protegerlas.
Tener un campo sin abejas puede ser una realidad en un futuro muy próximo, como ya está ocurriendo en algunas partes del mundo. El documental “El silencio de las abejas” expone a los agricultores chinos, que se ven obligados a realizar la polinización de sus perales y manzanos manualmente, para poder obtener frutos, Sólo en Estados Unidos, se ha pasado de seis millones de enjambres a finales de los años 40, a menos de tres millones actualmente; en otras palabras, se han perdido más del 50% de los enjambres en 70 años (Rucker & Thurman, 2012).
Estas desapariciones masivas e inexplicadas han sido bautizadas “Síndrome de Colapso de Colonias”, y se caracterizan por tener colmenas casi vacías de abejas trabajadoras, sin que éstas aparezcan muertas en las inmediaciones.

También suelen tener reservas de miel y la reina sigue presente, signo de que el enjambre no se ha mudado de lugar (Colony Colapse Disorder).
La causa de estas desapariciones sigue sin estar clara para los científicos. Algunos acusan a patógenos de las abejas, otros a los productos químicos, y más específicamente, a los neonicotinoides. Otras versiones apuntan a la contaminación electromágnetica, la modificación del clima y la poca existencia de flores en los campos de hoy. (Oldroyd, 2007)
Pensar que sólo una cosa es la causa de tantas desapariciones es, seguramente, un pensamiento simplista, lo que ha llevado a políticas totalmente ilógicas, como pasa en España, donde se ha decidido que el problema es la varroa, un ácaro que afecta a las abejas.
Por este motivo, se obliga a todos los apicultores a tratar sus colmenas. Hay que decir que estos tratamientos generalmente conllevan la muerte de muchas abejas. No hay que olvidar que el apicultor de hoy en día, en la mayoría de casos, es el reflejo de la agricultura convencional, que ha perdido todo sentido común y respeto; haciendo la guerra a la naturaleza, y exprimiéndole todos sus recursos.
Así pues, como regla general, se cosecha toda la miel posible, sin pensar en dejar algo de producto a este maravilloso insecto, que es su alimento. Al dejar a las abejas sin reservas, los apicultores deben darles de comer, por lo que les proporcionan mezclas de azúcares refinados para que puedan pasar el invierno. Esto provoca la desnutrición de las colonias y de esta manera son más susceptibles a los patógenos, cambios de temporal, etc.
Seguramente, una combinación de todos estos diferentes factores son las causas más probables del
“Síndrome de Colapso de Colonias”, y la solución no puede ser simplemente un medicamento.
Los apicultores y agricultores tienen que empezar a sensibilizarse con los problemas de las abejas, y actuar en consecuencia, ya que sin polinizadores, pocas cosechas tendrán.
¿Y los demás qué podemos hacer? A nivel particular, si no tenemos pensado poner una colmena en casa, hay diferentes actuaciones que contribuirán a cuidar las abejas:
