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El uso de pesticidas en la agricultura contamina el agua, el aire y el suelo

El uso intensivo de plaguicidas en la agricultura, inevitablemente conlleva a que los residuos de estos agroquímicos puedan ser detectados en las aguas, el aire y el suelo.

En general, estos residuos se degradan lentamente razón por la cual se encuentran ampliamente distribuidos en el ambiente, y aún presentes en bajos niveles, pueden causar daños a la salud humana así como en la vida silvestre, debido a su naturaleza tóxica, cancerígena, mutagénica y teratogénica1-4.

Esta realidad es motivo de preocupación en la sociedad y el mundo entero, por lo que en varios países existe una legislación restrictiva desarrollada con la finalidad de preservar los recursos naturales y la salud humana, que poco se controla y se cumple.

La Agencia para la Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPAUSA)5 considera un conjunto de directrices que tiene como propósito controlar aquellos plaguicidas con gran potencial contaminante de las aguas. Ellos han comprobado los riesgos que representan los plaguicidas para la salud humana y al medio ambiente (6-8)

La introducción de la horticultura en zonas montañosas genera profundas modificaciones en la ocupación de la tierra y agua, en las prácticas agrícolas tradicionales.

En estas zonas, el riesgo potencial de contaminación no sólo está localizado en el suelo, sino también en la escorrentía superficial cargada de plaguicidas que pueden infiltrarse hacia las aguas subterráneas o entrar a contaminar directamente las aguas superficiales, muchas de ellas utilizadas para consumo humano, como lo han descrito varios especialistas en el área de este tipo de investigaciones6,7.

Además de la acumulación de estos compuestos persistentes en el ambiente, los plaguicidas entran en la cadena alimentaria de los humanos directamente a través de productos agrícolas contaminados e, indirectamente, a través de la cadena alimentaria del ganado.

Estos compuestos se acumulan en algunos órganos vitales y provocan el desarrollo de intoxicaciones de distinta gravedad. Los impactos a largo plazo del uso indiscriminado de plaguicidas, desde el punto de vista de la salud humana, pueden suceder tanto a partir de una única exposición a altas dosis así como también de exposiciones a bajas dosis a lo largo de un período de tiempo prolongado.

Es generalmente aceptado que la exposición ambiental a agroquímicos durante el desarrollo puede causar efectos adversos sobre la morfología y funcionamiento del sistema nervioso9,10. Existen varias clases de agroquímicos que pueden causar alteraciones del desarrollo cerebral al interferir con la función neuroendocrina, la cual está relacionada con las interacciones entre el sistema nervioso y el sistema endocrino11.

El término neuroendocrino se refiere a la interacción entre el sistema nervioso y el sistema endocrino. Los plaguicidas mimetizan o antagonizan la acción de las hormonas, actuando como disruptores endocrino (CDEs).

Los potenciales efectos adversos de los CDEs son múltiples, los cuales afectan los procesos de desarrollo y regulación de los humanos, pero también afectan el hábitat silvestre, aun en dosis extremadamente bajas, como son los niveles en que se encuentran los contaminantes medio ambientales, pueden afectar un organismo causando alteraciones en el sistema hormonal y tener consecuencias neurológicas, reproductivas, inmunológicas y metabólicas, entre otras11.

Sin embargo, el hombre está constantemente expuesto a mezclas de plaguicidas, bien sea por una exposición ocupacional, ambiental (agua, suelo, aire) ó a través de la dieta, pero desde hace varios años, ha habido interrogantes sobre el impacto de los factores ambientales en la ocurrencia de diversas patologías.

Un problema particularmente importante es que la exposición ambiental a los CDEs involucra una mezcla de sustancias, lo que hace particularmente difícil asociar los efectos sobre la salud a un contaminante en particular; en estos casos, debemos pensar que el problema es mucho más complejo y que puede haber un efecto sinérgico entre los diferentes CDEs y otras sustancias contaminantes.

Por lo que se hace necesario alertar sobre la toxicidad de los plaguicidas y establecer medidas más rigurosas sobre el control de estas sustancias, e incluso ir dejando a un lado el uso de estas sustancias, sustituyéndolas por fuentes naturales o cultivos libres de plaguicidas, con hierbas aromáticas cerca de los cultivos que repelen la plagas, desarrollo de nuevas tecnologías agrícolas para disminuir el uso de plaguicidas que actúan como disruptores encodrinos en la salud.

REFERENCIAS

1 Angéliaume A. y Oballos J. (2007). Impactos ambientales de los sistemas intensivos de producción hortícola en los Andes Venezolanos. Primeros resultados y revisión metodológica para el análisis de la degradación de suelos y aguas. Congrès GIS Amérique Latine, Rennes 16-17 novembre 2007.

2. Morales, Y., Miranda, L., y Di Bernardo, M. (2014). Neurotoxicidad de los plaguicidas como agentes disruptores endocrinos: Una revisión. Instituto Nacional de Higiene “Rafael Rangel”, 45, (2), 58.

3. Morales, Y. (2014). Efectos neurotóxicos inducidos por la exposición subcrónica a atrazina y mancozeb durante el desarrollo postnatal tardío hasta adulto joven en el hipotálamo. Tesis para optar al título de magister en ciencias médicas fundamentales. Universidad de Los Andes, Facultad de Medicina. Mérida (Venezuela).

4. Benítez-Díaz P. y Miranda-Contreras L. (2013). Contaminación de aguas superficiales por residuos de plaguicidas en Venezuela y otros países de Latinoamérica. Revista Internacional Contaminación Ambiental 29 (Número especial sobre plaguicidas) 7-23 Septiembre 2013

5. Environmental Protection Agency (EPA), Reigal, J. (1999a). Recognition and Management of Pesticide Poisonings, Environmental protection agency, Washington DC (EEUU).

6. Flores-García M.E., Molina-Morales Y., Balza-Quintero A., Benítez-Díaz P.R., Miranda-Contreras L. (2011). Residuos de plaguicidas en aguas para consumo humano en una comunidad agrícola del estado Mérida, Venezuela. Investigación Clínica 52 (4): 295-310.

7. Molina-Morales Y., Flores-García M., Balza-Quintero A., Benítez-Díaz P. y Miranda-Contreras L. (2012). Niveles de plaguicidas en aguas superficiales de una región agrícola del estado Mérida, Venezuela, entre 2008 y 2010. Rev. Int. Contam. Ambie. 28, 289-301.

8. Neira, G. y Useché, Y. (2003). Determinación del grado de contaminación por plaguicidas agroquímicos, en el agua para consumo humano y en las aguas superficiales de Bailadores. Tesis de grado. Escuela de Bioanálisis y Centro de Microscopia Electrónica “Dr. Ernesto Palacios Prü”. Vicerrectorado Académico.Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela.

9. Eskenazi B, Rosas LG, Marks AR, Bradman A, Harley K, Holland N, Johnson C, Fenster L, Barr DB. Pesticide toxicity and the developing brain. Nordic Pharmacol Soc 2008;102:228-236

10.Miller P.C, Sánchez I.E, Mucio R.S, Mendoza S.J, Leon O.M. Los contaminantes ambientales bifenilos policlorinados (PCB) y sus efectos sobre el sistema nervioso y la salud. Salud Mental 2009; 32: 335-346

11. Gore A. Neuroendocrine targets of endocrine disruptors. Hormones (Athens) 2010;9 (1):16-27

Yasmin Morales

Profesora Agregada de la Universidad de los Andes, Investigadora Nivel B, con más de 20 artículos publicados en revistas indexadas tipo A, en la líneas de investigación Toxicología Ambiental, Forense, Prevención social. Experto Especialista del CICPC Venezuela. Farmacéutica- Toxicologa Magister en Ciencias Médicas Fundamentales- Neuroquímica

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