Grupos de consumo responsable para transformar la sociedad

Muchas personas se preguntan ya si el actual modelo de producción y consumo de alimentos, basado en la utilización de pesticidas, abonos químicos, medicamentos, transgénicos, hormonas, conservantes, colorantes, potenciadores del sabor o exceso de envasado en plástico, puede ser efectivamente sano para ellas y sus familias.
¿Podemos hacer algo para evitar el reparto desigual
de los alimentos?
Reparto que genera lugares en los que la obesidad y el despilfarro son algo cotidiano, y otros territorios donde el hambre se lleva la vida de miles de personas. ¿Debemos seguir sacrificando los recursos naturales de nuestro planeta hasta que éstos se agoten o, por el contrario, podemos encontrar otras formas de producir y distribuir alimentos que se adapten a la naturaleza?
Por un lado, el aumento de la preocupación ciudadana por las consecuencias económicas, sociales y medioambientales que se derivan del actual modelo de globalización.
Por otro, el desarrollo de una inquietud por los aspectos alimentarios relacionados con la salud, así como la sucesión de escándalos como el de las vacas locas, por sólo poner un ejemplo.
Todo esto ha favorecido la aparición de un determinado tipo de organizaciones de consumidores que surgen como alternativa al modelo dominante.
Estas organizaciones adquieren diferentes denominaciones, en el ámbito anglosajón se denominan CSA (Community Supported Agriculture), en Francia AMAP (Association pour le Maintien d´une Agriculture Paysanne), en Italia GAS (Grupi di Acquisto Solidale) y en nuestro entorno se conocen como grupos de consumo, añadiéndose en ocasiones el calificativo agroecológico o responsable.

Por otro lado, el modelo de comercialización y distribución tiene que tiene que limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar precios justos para productores y consumidores, evitando la especulación de los intermediarios y estableciendo formas de solidaridad entre consumidores y productores, tanto en un sentido como en otro.
Por último, se han de promover hábitos de consumo más saludables para las personas y los ecosistemas, algo que no siempre va acorde con los intereses comerciales.
Estos objetivos se concretan y adquieren forma en los grupos de consumo, mediante la promoción y consumo de alimentos ecológicos, locales, procedentes directamente de pequeños y medianos agricultores.
La forma legal suele ser la de asociación o cooperativa. De esta manera, se generan relaciones horizontales y un sistema de toma de decisiones asambleario en el que resulta fundamental la implicación y participación de los asociados, no solo en la toma de decisiones, sino también en tareas de gestión, limpieza, sensibilización o en la búsqueda de nuevos proveedores.
Estas características hacen de los grupos de consumo unas estructuras muy heterogéneas, muy diversas en tamaño, en disponibilidad de productos y en sus formas de organización y gestión.
Sin embargo, pese a esta heterogeneidad, los objetivos comunes que comparten permiten que se desarrollen también redes de colaboración entre ellos.
En la actualidad, los grupos de consumo suponen una alternativa real para aquellas personas que aspiran a mejorar sus hábitos de consumo y hacer de éstos una poderosa herramienta de transformación social.